Desde el primer momento de contacto con el solar, la imagen de la potente masa de árboles de la antigua finca “el reloj”, se intuía que podría ser sobre la  que girara la propuesta. Esa fantástica pinada se convertía en la “PRESENCIA” protagonista del entorno. Un entorno definido por unos bloques de viviendas anodinos, toscos y en general bastante desafortunados que construyen una estructura urbana muy opaca.
En este sentido será el análisis del contexto lo que determinará de una manera radical la  implantación. El argumento fundamental para determinar la posición del bloque en el solar.  Apropiarse de la presencia del arbolado y crear una suerte de BURBUJA URBANA entre éste, el nuevo equipamiento y el espacio interior de las viviendas.     

Como consecuencia de esta lectura de las preexistencias, el bloque se enrosca sobre si mismo, cerrándose a las edificaciones vecinas que lo rodean y abriéndose al espacio propio creado en el interior. La estrategia de implantación se completa situando la parcela de equipamiento (se propone que libere espacio para arbolado en ese punto) como espacio de conexión entre las viviendas y la potente masa de pinos. De esta manera se produciría una extensión de esta MANCHA VERDE que actuaría además de telón de fondo de la edificaciones de alrededor. Se convertiría en un elemento aglutinador de un entorno más amable,  incluso, abriría la posibilidad de establecer conexiones entre estas parcelas propiciando la aparición de una interesante secuencia de ESPACIO PUBLICO.

La extensión e inserción de esa mancha verde en nuestra parcela deja una HUELLA que es capaz de dar forma a toda esa fachada interior. Esta huella no se utiliza como metáfora para explicar la propuesta sino que ha propiciado la construcción de un frente interior recortado, lleno de posibilidades para establecer la privacidad entre cada una de las viviendas, además de permitir la posibilidad de entender cada vivienda como única , diferente, específica del lugar que ocupa dentro del conjunto.
De esta manera el concepto del bloque se hace más claro;  un frente interior blando, orgánico, amable,  como consecuencia de traer hacia nosotros la masa de árboles,  y un exterior duro, continuo, dictado por las alineaciones y las edificaciones vecinas.

En definitiva, el patrón marcado por la lectura del contexto alimenta y determina finalmente el concepto del edificio: duro y CERRADO al exterior y blando y ABIERTO al interior.