Un alojamiento singular sobre un convento/ fortaleza, el edificio cambia de uso pero mantiene sus señas de identidad, su espíritu, algo así es lo que se ha intentado con esta intervención. ¿Cómo conseguir que transformando el edificio parezca que siempre hubiera estado allí? La primera decisión es potenciar la presencia del baluarte, se busca cómo habitar esos muros , cómo incorporarlos a la vida del edificio. Se vacía el terreno entre el baluarte y el convento ocupando ese espacio. Su cubierta será la plaza del baluarte. Esta plaza se convierte en un espacio público abierto al paisaje, un espacio compartido. Este plano define la separación entre lo público y lo privado; por debajo los programas públicos: restaurante, spa, cafetería, salón de celebraciones,… por encima las habitaciones, las suits,… Se construye una secuencia de espacios libres que enlazan; la plaza de acceso ( que esconde un aparcamiento ) con la plaza del baluarte y el patio del claustro , en torno a los cuales se desarrolla todo el programa público de la hospedería. Sobre el edificio existente se interviene tal y como lo haría un cirujano; limpiando los elementos que abortan la espacialidad e insertando los necesarios para que el edificio se reinvente. Se reorganiza el movimiento por el edificio completando el anillo en torno al patio, disponiendo nuevos núcleos, y reutilizando otros. Se desdoblan las circulaciones de forma que exista un recorrido de servicio y otro de clientes. Se habilitan las estructuras intentando hacer trabajar a los gruesos muros y suplementando soportes que garanticen los nuevos forjados. Los nuevos elementos estructurales hacen un guiño a los existentes manteniendo su potencia y expresividad. Las infraestructuras, instalaciones del edificio, se resuelven todas por el suelo, un suelo técnico de gran canto que incorpora todos los sistemas de acondicionamiento del espacio. En vertical discurrirán por huecos habilitados en los núcleos de comunicación. Sobre este esqueleto equipado aparecen las particiones, siguiendo las leyes del edificio y adaptándose a los ritmos y las secuencias espaciales. Superpuestos sobre la construcción desnuda estará el mobiliario, los objetos y las personas que serán los encargados de cualificar el espacio. En el exterior; la fachada protegida de la plaza de acceso se mantiene estrictamente, en las otras se cierran los huecos dejando las huellas de éstos y se abren los nuevos, tal y como exige la habitación y su posición relativa en el conjunto. Estos huecos explotan hacia el exterior, nos permiten habitar la fachada y capturar el paisaje. Las fachadas interiores se mantienen y se protegen mediante un velo que es como una cortina ligera de piezas de corcho reciclado, colgadas desde el nuevo alero creado. Este filtro envuelve el espacio del patio dando unidad a la propuesta e intimidad a los espacios de circulación. La puesta en escena de los materiales es muy directa, no hay detalles elaborados sino que aparecen de forma sincera, y siempre reforzando el contraste entre lo nuevo y lo existente. Lo nuevo se superpone sobre lo existente mediante sistemas de montaje ligeros y de taller, de manera que siempre sea posible percibir los elementos constructivos originales.